El siglo XVII se considera el punto culminante en el cual se consolidan las estructuras ideológicas y los comportamientos colectivos ante la muerte en relación con la vanidad. Es el marco de un proceso histórico desarrollado en particular en la Europa Mediterránea desde la Guerra de los 30 años hasta fines de 1600. La crisis terminó con el hundimiento del imperio de los Habsburgo, la disgregación territorial de sus reinos y el ascenso de Inglaterra y Holanda como líderes de la economía en vías de mundialización. Además de la crisis política, cabe mencionar que se reconoce al periodo como uno de los más hostiles para la agricultura desde el punto de vista climático, llamado “la pequeña edad de hielo”.
Escasez de alimentos, hambrunas, epidemias, pestes y en consecuencia, alta mortandad. Sin embargo, éste también es el siglo de la Revolución Científica, o del afianzamiento de la razón y del método moderno, separando ciencia de religión. A la vez se separó la filosofía de la ciencia, del hacer de la ciencia: Bacon como hito del empirismo y el inductivismo y Descartes como hito del racionalismo y el deductivismo.
El término Vanitas proviene de la expresión Bíblica del Esclesiastés: Vánitas vanitatum, et ómnia vánitas (Vanidad de vanidades, todo es vanidad).
La muerte y la idea de lo perecedero se ofrecen como tema ineludible a la generación de aquel tiempo. Desde comienzos del 1600 se produce en Europa una sensible renovación de la iconografía asociada a la muerte, la fugacidad y la vanidad de las cosas terrenales y, por consiguiente, acerca de la finitud de la vida del hombre y de la esperanza de éste en lo que vendrá tras la muerte.
El proyecto consta de dieciocho "tableaux" y tres "portraits". Es un estudio reintrepretativo de la Vanitas clásicas, utilizando la técnica del vídeo con un fuerte tratamiento pictórico.
Los objetos y el cuerpo dentro de un espacio cerrado. Un juego de luces, movimiento y sonido en un entorno ilusorio, que refleja un mundo agónico cargado de preguntas e incertidumbres.