En el intento de comunicar con los otros se produce una reacción de fuerzas tanto físicas como mentales. Un proceso que se mueve como una turbina que no se puede dominar, y que en muchos momentos produce altas dosis de frustración y desasosiego.Las palabras están ahí, casi visualizadas, casi traducidas torpemente a tu lengua en un intento de trasladar lo ya conocido a un paisaje ignoto. La boca se llena de ellas, resistiéndose a salir hasta formar una bola de cristal, de metal que impide toda articulación muscular. Hasta que estas salen por su propio peso y densidad. Cayendo, expandiéndose y rodando sin conseguir una articulación clara para su comprensión.